miércoles, 2 de febrero de 2011

EL SISTEMA DE PENSIONES UN TEMA POR RESOLVER

Tennyson

No es tarde para buscar un mundo nuevo,
pues sueño con navegar más allá del crepúsculo.
Y aunque ya no tengamos la fuerza
que antaño movió cielos y tierra,
somos lo que somos,
un mismo temple de corazones heroicos,
debilitados por el tiempo,
pero voluntariosos para luchar, buscar y encontrar,
y no rendirse.

El modelo estatal.
La Seguridad Social, pese a tener antecedentes muy antiguos, tiene un origen moderno relativamente reciente. Se fecha en 1883, cuando Otto von Bismarck, en el contexto de su política social, pone en marcha un sistema de cotizaciones obligatorias para subvencionar las necesidades de los enfermos y de los jubilados. Inicialmente, para quienes hubieran cumplido 70 años; luego se rebajó a los 65. Otto von Bismarck, canciller de Alemania desde 1871 hasta 1890, un aristócrata y nacionalista prusiano, estableció el primer sistema de seguro social en 1889 en Alemania. Era la Europa de Saint-Simon, Comte, y Marx, donde el planeamiento central y el colectivismo se estaban popularizando como soluciones a la condición humana.

Otto Von Bismarck presentó en Alemania plan de pensiones patrocinado por el estado con un único propósito: reducir la pobreza entre los ancianos. La razón por la que el Canciller “de Hierro” hizo una propuesta tan radical no fue por la compasión que sentía por sus compatriotas Alemanes que eran pobres y ancianos. La disposición de las pensiones fue para asegurarse de que no se fomentara una rebelión en contra del régimen. Bismarck confió a su viejo amigo Moritz Busch quien le recomendó que,
“Quien tenga una pensión segura para su vejez estará mucho más contento y será mucho más fácil de controlar que el hombre que no cuente con esa perspectiva, igualmente se creaba un incentivo para que una persona trabaje más duro durante su vida laboral”.

Bismarck observó: que un trabajador que espera una pensión, va a tolerar bastante más trabajo y demostrar mucho más entusiasmo que uno que no la espere.” A pesar de todo, el plan de Bismarck no benefició a mucha gente: la edad para percibirla se fijó tan alta que menos del uno por ciento de la población vivía tanto tiempo. La esperanza de vida al nacimiento en Prusia era de 45 años en esa época y la edad de recibir el beneficio se fijó en 70 años. Durante las siguientes décadas, cada uno de los países del mundo desarrollado, siguió el ejemplo de establecer el sistema de pensiones creado por Bismarck.

El modelo Chileno.

Bajo el sistema de capitalización individual, lo que determina el nivel de la pensión de un trabajador es el capital que este acumula durante su vida de trabajo. Ni el trabajador ni el empleador contribuyen al Estado. Tampoco cobra el trabajador una pensión gubernamental al jubilarse. En cambio, a lo largo de su vida Como trabajador, ahorra obligatoriamente un 10 por ciento de su sueldo. El empleador deposita mensualmente esa cantidad en una cuenta de capitalización individual que pertenece al trabajador. Este porcentaje se aplica solamente a los primeros 25.000 dólares de ingresos anuales. De tal manera que, a medida que suben los salarios, los trabajadores tienen mayor libertad para realizar contribuciones voluntarias.Un trabajador puede contribuir un 10 por ciento adicional de su salario mensual, que también está exento de impuestos, a una cuenta de ahorro voluntario, si es que desea jubilarse prematuramente u obtener una pensión más alta.

El trabajador elige una Administradora de Fondos de Pensiones (AFP) para administrar su cuenta de capitalización individual. Estas compañías no pueden realizar ningún otro tipo de actividades y están sujetas a una vigilancia estricta por parte del gobierno para que garanticen una cartera diversificada de bajo riesgo, y para prevenir el robo o el fraude. Una entidad gubernamental independiente, la Superintendencia de AFP, que es altamente técnica, fue creada para ejercer esta labor. Por supuesto, existe ingreso libre a la industria de las AFP.

La reforma chilena incluye a los trabajadores del sector privado y del público. Los únicos excluidos fueron los miembros de la policía y de las fuerzas armadas, cuyo régimen de pensiones está diseñado como parte de su salario y sistema de trabajo. Todos los trabajadores dependientes deben tener una cuenta de capitalización individual. Los trabajadores independientes pueden, si así lo desean, entrar en el sistema de capitalización individual, lo que provee un incentivo a los trabajadores informales para que se unan a la economía formal.

La ex presidenta Chilena Michelle Bachelet, después de tomar el poder notó que el sistema de pensiones se enfrentaba a numerosos retos: “El sistema tiene una cobertura baja, una densidad baja de contribuciones, deja a casi el 95% de los trabajadores independientes fuera del sistema, muestra muy poca competencia y altas cuotas de comisión, no toma en cuenta las complejidades del lugar de trabajo moderno, alta rotación de empleados, un alto nivel de informalidad... y es discriminatorio contra las mujeres... entre otros defectos”.

La Señora Bachelet afirmo que, “verdaderamente creo que un buen sistema de pensiones es uno donde el gobierno pueda prometer a la gente con un alto grado de credibilidad cuando son jóvenes que el dinero que están ahorrando estará protegido, que será invertido de una manera inteligente y que todavía seguirá ahí cuando hayan envejecido. Un buen sistema de pensiones es uno que adopte una perspectiva de largo plazo, no de corto plazo. La gente tiene que poder confiar en que el dinero que están apartando en el presente estará aún ahí cuando tengan 100 años. Demasiado a menudo los países, incluyendo a Estados Unidos, han adoptado una perspectiva de corto plazo: “¿Podremos sobrevivir a este año? ¿Podremos sobrevivir a los siguientes tres años?” Entonces la gente no es capaz de ver el agujero que ellos mismos están excavando para dentro de cinco o diez años. Se puede establecer el equilibrio entre la redistribución y los seguros como uno quiera, pero la totalidad del programa debe ser viable a largo plazo”.

Entre estos dos sistemas tendrá que resolverse más tarde o más temprano el sistema Español, sin olvidar las palabras del premio nobel de economía Paul Krugman: “Gracias a Dios seguimos teniendo un modelo estatal de pensiones", sostuvo el economista, mientras elogiaba el aumento del gasto fiscal por parte de los gobiernos, que en diversos países contribuyó a amortizar el golpe de la crisis. En nuestro país, el futuro de las pensiones, a pesar de los esfuerzos realizados por el gobierno y los agentes sociales, sigue en el aire, las puertas y las ventanas han quedado abiertas y el futuro se presenta incierto. El acuerdo del gobierno que amplía la edad de la jubilación hasta los 67 años con el visto bueno de los agentes sociales responde más a las exigencias de Bruselas y de los mercados financieros internacionales que a la propia sostenibilidad del sistema que se pretende proteger.

La sostenibilidad del sistema está más que comprometida como consecuencia del envejecimiento de la población. En España, en Europa y en buena parte de los países de la OCDE. Las previsiones son elocuentes: los mayores de 65 años, que hoy representan el 16% de la población, serán el 32% en 2050, según los datos del INE. Lo que quiere decir que si actualmente existen 3,8 personas en edad de trabajar por cada jubilado, a mediados de siglo serán solo 1,8 cotizantes por cada pensionista. Lo anterior nos demuestra la fragilidad del sistema y los esfuerzos que habrá que realizar para encontrar un sistema donde los ciudadanos se encuentren protegidos..